lunes, 14 de diciembre de 2009

II

Mientras se narra la historia la poesía calla. Yo, sigo sin dormir. Lapidada. He muerto, según lo que me has dicho, pero puedo seguir escribiendo. Debajo, donde todos los ecos resuenan en la misma frente. Fría. Beso final. La síntesis devorada de lo que se retuerce. Y es el dolor.


Tengo la sensación de tres siglos de desvelo, sin forma de calcular el tiempo escribo para marcarle las pisadas. Latitud. Mezcla de imágenes que zigzaguean en el borde. Pierdo el azúcar de la sangre, pierdo la sangre y caigo.

Cuando todo el universo se trague tu ser vas a pensar que ser eterno no era buena idea. Pero yo no sé qué es el tiempo, por eso me volví atemporal. Sin el recuerdo de lo que fue. Pared desmembrada y la piel de escamas. Me llueven los poros las últimas sequias. Ya no estás.
Me cuelgo sobre los hilos que continúan la fila de hebras blancas que se dibujan con el humo. Se consume solo. Tengo la imagen grabada de ese instante. Bordeando la espina dorsal que lo sostiene.

El agua de la noche hace mucha falta y estamos lejos para beberla.

Me visto antes que todo se detenga y se convierta en un escenario rojo. Me estoy perdiendo. Detrás, de las voces. Silencio.


En el otro acto, todos vestían de negro. Se cubría la noche en el mismo paisaje. La luna en cuarto creciente.

Intensidad crónica. Movimientos sinuosos desde el principio del cuadro. Veo como las caras se van deformando. La historia se narra desde la voz del témpano. El lector se envuelve en la falta de sentidos. ¿Para qué seguir escribiendo? Detrás de todas las palabras resuena el mismo eco .Tengo un leve vestigio de lo que todavía no pasó. Premonición temprana o tiempo estático desde un futuro que no recuerdo. Razón sin ser, ansiedad de todos los recuerdos, desfiladero de la memoria con forma de cueva que se hunde como la astilla de la madera del escritorio que repaso con mis yemas.

Cuenta regresiva. Te ví asesinado el recuerdo y te diste cuenta que al final uno es;

un ojo

una contradicción

una lapicera llena de tinta con forma de garra

y una negación sin lógica.